Día 7: por qué no tengo prestación

En octubre de 2008 conseguí un puesto como becaria en un organismo público autonómo y, en el poco más de año y medio que pasé allí, sucesivamente dependiente de tres ministerios diferentes.

Esas becas no tan mal remuneradas y otorgadas por el Estado, no cotizan a las arcas públicas. Si no hay seguridad social, no hay sanidad pública así que la administración contrata un seguro sanitario privado para cubrir a las becarias que trabajan en sus centros.

En marzo de 2010 me concedieron otra beca en otro organismo diferente de la administración central, con unas condiciones similares: sueldo digno, no cotización, cobertura sanitaria privada. Becas de hasta cuatro años de duración.

La angustia de no tener tiempo cotizado (en otro post hablaré de la experiencia previa en la universidad) iba creciendo al mismo ritmo que mi edad, así que un grupo de becarios decidimos sumarnos a las campañas de “no más becas por trabajo” que algunos sindicatos y asociaciones estaban impulsando, e iniciamos un largo proceso de denuncia: notificación previa, visita de la inspección de trabajo, juicio, recurso…

Nuestra exigencia de que se reconociese la labor que realizan las personas que cubrían esas becas como trabajo estructural y necesario y, por tanto, como relación laboral que cotiza al régimen general de la seguridad social, quedó en nada. Bueno, nos ganamos un odio visceral por parte de todo el personal (y algunos becarios no denunciantes) que en algunos casos llegó al acoso laboral.

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El 27 de octubre de 2011 se publica en el BOE un Real Decreto por el que las personas que tengan una beca de formación, tanto en empresas privadas como en organismos públicos, van a cotizar desde el 1 de noviembre en el régimen general de la seguridad social. Bien.

Además, si has disfrutado de una beca con anterioridad a esta fecha, puedes pagar tu propia cotización con carácter retroactivo hasta un máximo de dos años, pero únicamente computa para una hipotética jubilación a cargo del estado, no para el subsidio de desempleo. Calculando cuánto dinero supondría “darse de alta” a una misma, sale en torno a los 3.000 €. Fatal.

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El 2 de enero de 2012 me informaron de que no me renovaban la beca. De un grupo de unas 15 personas con beca, fui la única a quien echaron y la única que seguía ahí de las que en su momento denunciamos.

Y esto, amigas, es la explicación de por qué tras más de 3 años trabajando para el Estado, sólo cuento con dos meses cotizados.

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